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¿Puede la vida urbana sobrevivir a una pandemia?

La gente siempre se ha mudado a las ciudades, incluso cuando la tecnología ha creado innumerables nuevas formas de conectarse de forma remota. Las ciudades siguen siendo importantes, porque la proximidad genera colectivismo y fuerza.

Es fácil entender la ciudad como algo normal, que siempre existe. En ella actuamos todos los días para viajar, hacer compras, encontrarnos con amigos, familiares o vecinos. Pero, como en muchas cosas, solo apreciamos realmente el valor de la ciudad cuando nos la han quitado.

Las ciudades son centros del capital, la creatividad y la innovación, diseñadas para ser ocupadas y vividas colectivamente. Las pandemias son antiurbanas y destruyen nuestro deseo humano de conexión. Explotan nuestro impulso de congregarnos.

Nuestra respuesta hasta ahora, el distanciamiento social, no solo choca con nuestros deseos fundamentales de interactuar, sino también con la forma en que hemos construido nuestras ciudades parques, plazas, mercados, calles y otros espacios urbanos que deben permanecer inactivos por ahora. Para que muchos sistemas urbanos funcionen correctamente, la densidad es el objetivo, no el enemigo. El coronavirus nos quita nuestras ideas más básicas sobre la comunidad y, en particular, la vida urbana.

Muchos países han ordenado el cierre de todos los cafés y restaurantes. Los museos están cerrados, las iglesias han cancelado las misas y el Papa prohibió al público las celebraciones de la Semana Santa.

Por supuesto, ahora tenemos teleconferencias y una gran cantidad de medios sociales y otras formas de interacción remota y digital. Nos habíamos desplazado hacia una especie de distanciamiento social al vivir cada vez más en nuestros teléfonos. La tecnología que consumimos hoy nos consume cada vez más. Sin embargo, también nos permite a muchos continuar con ciertos tipos de negocios y actuar globalmente de una manera que no podríamos haber imaginado hace un par de décadas atrás.

Aun así, todavía nos necesitamos unos a otros, no solo virtualmente. La gente siempre se ha mudado a las ciudades, incluso cuando la tecnología ha creado innumerables nuevas formas de conectarse de forma remota. Las ciudades siguen siendo importantes, porque la proximidad genera colectivismo y fuerza, de donde surgen nuevas ideas y oportunidades.

Hoy, nos enfrentamos con nuevos tipos de desafíos para la solidaridad y nuestra forma de vivir. No es una ola de calor o una temporada de lluvias. No se puede mitigar yendo a restaurantes o conciertos. Requiere aislamiento. Tendremos que encontrar un enfoque diferente de la vida. Sin embargo, si las crisis pasadas nos parecen sabias, podemos esperar que los lugares que tienen la vida pública más sólida no pierdan su importancia e incluso se vuelvan más valiosos.

 

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